No es un secreto que la delincuencia en todo el país se ha incrementado y las personas se sienten inseguras hasta en sus propios hogares, y ésto no escapa a nuestra provincia San José de Ocoa, que aún es de las que tiene menor índice de delincuencia, quizás por las pocas vías de escape que pudieran tener los delincuentes, que en su mayoría vienen de otros lugares a cometer sus actos que lesionan al hombre de trabajo y personas que con mucho sacrificio obtienen bienes y hasta el poco salario que devengan.
San José de Ocoa es una provincia de alrededor 55 mil habitantes según el último censo realizado, pero sólo cuenta con 44 policías, lo que da un promedio de 1 policía por cada 1250 habitantes, pero los distritos municipales sólo hay de 2 a 3 agentes, mientras que los municipios Sabana Larga y Rancho Arriba a veces llegan a 6 agentes, todos con un salario de miseria, que los convierte en una carnada para el soborno de cualquier delincuente, pero se mantienen firmes en el combate al mal, arriesgan sus vidas para proteger al ciudadano que muchas veces les cuestiona su honorabilidad.
El Ministerio Público también tiene que jugar su papel contra la delincuencia, pues la policía entrega a los delincuentes atrapados y allí deciden su suerte, donde muchas veces llegan con 2, 3 y hasta 4 fichas delictivas, por lo que no se explica que salgan con tanta facilidad de la cárcel, mandando un mal mensaje a la confianza de la población y diciéndole a los delincuentes que lo vuelvan hacer. Ciertamente el combate a la delincuencia no puede ser sólo de la policía y el Ministerio Público, y ahora más que nunca necesitan la ayuda de los ciudadanos.
Aunque el Estado Dominicano hace esfuerzos y planes estratégicos para disminuir la delincuencia colocando brigadas mixtas en las calles, limites de horario de expendio de bebidas alcohólicas, programas de "Barrio Seguro", entre otros planes, no menos cierto es que esas estrategias no llegan a provincias como Ocoa, por lo que creemos que deben ser las instituciones, autoridades y población en general que tiene que preparar una plan estratégico que se ajuste a la ciudad en que vivimos y que no permita que la delincuencia se nos vaya de las manos, cuando aún estamos a tiempo de tener un pueblo con cero delincuencia.
La población tiene que convertirse en un vigilante celoso de sus bienes y los bienes de los demás, en un mutuo servicio ciudadano. Ocoa es un pueblo pequeño, con negocios comerciales en casi todas la calles, mismos que son objetos de delito, por lo que una de las opciones que creemos posible es que los dueños de esos comercios puedan hacer un esfuerzo y colocar cámaras de seguridad, tanto dentro del establecimiento como la parte que frontal que muestra la calle, cosa que realmente no cuestan tanto, se monitorea de cualquier lugar y puede salvar la vida de sus clientes, de su negocio y su propia persona, además de darle evidencia a la justicia para actuar contra los delincuentes.
Aunque en Ocoa aparecen algunos delitos mayores, cuando sumamos en el año son muy pocos, pues en su mayoría son los robos de motores, que ha ido en aumento en esta provincia y que realmente se convierten en grande porque ese motor es el que le da el sustento a la familia de ese ciudadano que es víctima del atraco. Ahora bien, eso se puede controlar, porque no es posible que un motor se desaparezca con tanta facilidad de un pueblo que tiene salidas donde hay puestos militares y policiales, sobretodo en la carretera principal por el Cruce de Ocoa donde hay un destacamento, que entendemos diariamente debe hacer una requisa obligatoria a los motores que salen de esta provincia. No es quedarse de manos cruzadas, sino dar una orden de un plan estratégico de Ocoa, independientemente de lo que haga el Estado Dominicano, a menos que se quiera que sigan sucediendo delitos.
La delincuencia nunca va a disminuir sin el esfuerzo y compromiso de todos, pues aunque no sepamos las intensiones de cada quien, si sabemos que los delincuentes sólo es un grupito que resalta por el abuso de los medios comunicación en darle prioridad y seguimiento profundo a esos actos y "sazonarlos" por encima de los valores que exhiben a diario la mayoría de los ciudadanos, sólo con la intención de conseguir más televidentes, oyentes o visitantes a determinado medio que no sabe de su rol de informar, educar y entretener. Usted debe informar la noticia, pero no convertirla en un cuento e incluso especulador, por lo que hay un gran compromiso de los que tienen el deber de informar, mismos que no pueden fomentar la delincuencia, cosa que hacen por falta de conocimiento del periodismo y ser malos imitadores de los programas nacionales e internacionales, muchos de ellos tan malos como los locales.
La policía, además de combatir la delincuencia común, también tiene la tarea de salvaguardar el orden público cuando se realizan protestas violentas en las que se enfrentan a ciudadanos que necesariamente no tienen la intensión de delinquir, sino que hacen desorden por la frustración de no recibir respuestas a un justo reclamo que exigen para poder vivir en tranquilidad y apegados a la ley. El verdadero delincuente está detrás de drogas, por lo que roba y hasta le quitan la vida a otra persona, así como desestabilizar la familia. También está la falta de oportunidades, que jamás justifica una acción delictiva, pero los gobiernos y los pueblos tienen que combatir el delito por la vía del empleo. Países desarrollados como Estados Unidos invierten más en seguridad que en cualquier otra cosa y le dan la importancia que merece ésto.
Maltratar a la policía señalándolos como responsables de delito o de permitir los mismos, no va a disminuir la delincuencia, por lo que el pueblo debe ser junto al Ministerio Público, el mejor aliado de esta entidad, para que no solo reciban un mejor salario, sino para ayudarlos a mantener el orden, cuidar a los ciudadanos y combatir una delincuencia que se muestra descontrolada, de su cuenta y acechando a los hombres y mujeres de trabajo para quitarles de manera fácil lo que con tanto esfuerzo consiguen, siempre usando mejores estrategias que la de los pueblos y los gobiernos, que no han querido empoderarse de un compromiso serio que nos salve del mal.
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