La presencia de la población emigrante haitiana en la provincia San José de Ocoa convive con la población ocoeña cotidianamente en las comunidades rurales y urbanas generando percepciones con distintos matices de aceptación y rechazo como en casi todo el país. Son discriminados, pues no reciben salarios justos y el trato que le dan muchos patrones en los conucos es denigrante y desigual frente al trato que recibe la población dominicana, a pesar de que en una provincia como Ocoa, los haitianos son los que están haciendo el trabajo que muchos dominicanos se han negado hacer, y por eso se habla de la "mano de obra barata haitiana".
Al existir una población haitiana que ha migrado de manera legal e ilegal a Ocoa, donde la mayor fuente de empleo es la agricultura, también han nacido muchos niños y niñas hijos de haitianos en la provincia, como en la mayoría de los casos, en condiciones no aptas para vivir, pues prácticamente ni los adultos se pueden mantener con los pocos ingresos que obtienen del trabajo agrícola y la construcción, que lo hacen por cualquier paga, precisamente por la necesidad que tienen. Esta situación nos lleva a elevar el índice de pobreza que ya existe entre los ocoeños y dominicanos, que además tienen que aceptar un salario bajo, porque el haitiano lo hace por menos y hasta "feliz de la vida".
Los haitianos en República Dominicana están buscando toda forma de negocio del día a día, y a Ocoa llegan también vendedores haitianos de otros lugares del país, que nadie sabe si están de manera legar o ilegal. Aunque muchos dominicanos se comportan de manera discriminatoria, mayormente es por la razón de no saber el estatus migratorio, además de que es una "lotería" saber si se trata de una persona honesta o no. Pero ésto se puede traducir al mexicano en Estados Unidos, y para no alejarnos tanto, aplicarlo a los dominicanos en Estados Unidos, que muchos están en la misma situación migratoria y la necesidad los lleva a realizar trabajos inapropiados, recibiendo de igual forma la discriminación por latinos o por un alto índice delictivo.
La desconfianza y el temor a la población haitiana se basa muchas veces en las actividades delictivas que realizan algunos, y como casi todos tienen el mismo aspecto o se parecen, se hace difícil identificar a los que delinquen. Los propios haitianos se comportan de manera callada y poco conversadores con los dominicanos, quizás porque casi todos están ilegales y en la mayoría de las ocasiones hablan en su idioma; mientras ellos nos entienden, nosotros no podemos entenderlos. Ocoa se ha convertido en un hogar para los haitianos y cada vez llegan más a trabajar la tierra y se integran a las actividades, pues hay pocas fincas o conucos donde no haya un nacional haitiano, pero así como en los Estados Unidos tienen ilegales dominicanos delinquiendo, nosotros tenemos haitianos que lo hacen aquí; eso no debe justificar que los aceptemos, por lo que las autoridades gubernamentales deben hacer un compromiso serio de repatriar a los ilegales como lo hace Estados Unidos con los dominicanos.
San José de Ocoa como todas las provincias del país han acogido a los haitianos sin saber si están legales y el trato que han recibido ha sido distinguido a pesar de no recibir buena paga por su trabajo; ahora bien, eso le ha hecho daño a muchos dominicanos que trabajan la tierra, la construcción y otros tipos de trabajos. La discriminación existe a la delincuencia, no importa si es haitiano o dominicano, por lo que hay que diferenciar a que le tenemos miedo. Así como existen haitianos valiosos para Ocoa, no podemos negar que hay algunos con malas intensiones. No creemos que sea difícil bajar la cantidad de ilegales en Ocoa, porque somos un pueblo pequeño, y no se trata de no acogerlos, sino de que se haga por el marco de la ley migratoria como en todos los países, aunque una serie de intereses estén de por medio.
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