Todo ser humano cuando nace tiene automáticamente derechos y una familia, pero también ahí nace una serie de violación a esos tantos derechos y comienza a escribir su vida de altas y bajas, más un destino incierto que pudiera estar sujeto a la condición social, a las oportunidades, a la educación que reciba, al ambiente en que se desenvuelva y la responsabilidad de los padres, que muchas veces no están preparados para criar a un niño, que luego se pudiera convertir, tanto en un delincuente, como en una persona de bien, útil para la sociedad y con visión de progreso. Lo real es que tenemos niños pedigüeños que cada vez que les dan una limosna, es un incentivo a continuar en una tarea odiosa e incómoda para quienes salen a distraerse y los que nos visitan.
Lamentablemente el sistema en que vivimos no les da muchas oportunidades, por lo que muchos son lanzados a su suerte a buscar el pan de cada día en las calles a temprana edad, vulnerando todos los derechos que le corresponden a un niño que debería estar jugando en un ambiente sano o por lo menos digno. Aunque hay muchas historias de personas que cuando niño recogieron botellas para vender, limpiaron zapatos y realizaron una serie de trabajos en las calles, y que hoy en día son grandes ejemplos de progreso, no menos cierto es que las historias de los que se convierten en delincuentes son mayores y mueren pobres, pero no se cuentan, aunque nos afecta directamente a diario cuando vemos el índice de violencia aumentar, muchos de los cuales tiene su origen en la búsqueda de dinero fácil.
Estos son golpes que de una manera u otra afecta al individuo en su niñez, pues mientras ellos tienen que buscar 13 botellas de cerveza para conseguir 10 pesos en el parque destinado para recrearse, otros niños disfrutan de un helado, bizcocho o golosinas ante una mirada fija con la que se hacen cientos de preguntas y que reclama en lo más profundo equidad. Los niños que salen a las calles, necesariamente no son niños en condición de calle, sino que son usados por la familia para trabajar o para pedir en esos lugares que frecuentan las personas para divertirse y que no es el mejor de los ambientes para su desarrollo como individuo, pero que es la forma de dar una respuesta a sus necesidades económicas.
También existe una falta de educación, no de leer y escribir, sino de orientación para entender que tener una familia conlleva una gran responsabilidad, por eso en momentos que se está enseñando las letras, en esa misma medida se debe capacitar para que las personas aprendan a discernir entre lo que es la alegría, ilusión, el sueño de traer un niño al mundo y ser padre, a lo que es traer sufrimiento a la sociedad y a un niño que no eligió nacer en ese ambiente de necesidad, y que sus padres pudieron esperar a ser personas estables económicamente para crearlo, que no conforme con un hijo, siguen demostrando su bajo nivel de conciencia al aumentar la familia de una manera tal, que la diferencia de edad entre los hermanos es hasta de meses sin poder mantenerse ellos mismos como padres.
Los niños van aprendiendo todo lo que ven; tienen patrones que mayormente son sus padres, pero también lo que encuentran a su paso en el ambiente de la sociedad, donde casi siempre lo que despierta el morbo es la violencia en los medios de comunicación, los malos ejemplos y el resaltar figuras falsas que en algún momento de su vida tuvieron facilidades, eran acomodados y con dinero que consiguieron de manera fácil dañando a otros, pero que le dura tan poco como su vida misma. Así como el padre lo pone a trabajar para que aprenda desde pequeño, de la misma le niega el derecho que tiene de quemar una etapa se sueños, de sonrisas y de desarrollarse disfrutando con lo que tiene, así sea un juguete de cartón.
El parque Libertad en Ocoa es el lugar donde llegan muchos de esos niños a trabajar como limpiabotas, que algunos lo usan como camuflaje y su real intensión es pedir a cada persona que ven llegar, sin importar si son de aquí o no, pero si son visitantes mejor para ellos, cosa que no es muy agradable y que manda un mal mensaje, además de provocarnos vergüenza ajena. Ocoa no tiene niños en condición de calle, puesto que todos tienen su familia y su casa, por lo que se hace necesario buscar la manera de controlar esta situación de unos pocos niños que su plaza de trabajo es el parque; no a los limpiabotas, pero si a los pedigüeños que no llegan a diez en su totalidad.
Muchas veces se ha pensado en la construcción de una casa albergue, pero a nuestro entender eso aumentaría la cantidad de niños en esa situación y al regarse la voz de un lugar así, vendrían de todas las comunidades lejanas de la provincia, donde realmente hay una necesidad marcada. Es ilógico construir una casa albergue, cuando esos pocos niños que tenemos pidiendo en las calles, tienen su casa, donde lo que necesitan es oportunidades para los padres y orientación profesional psicológica. Ocoa es un pueblo con muchos estudiantes y profesionales de la psicología, por lo que un proyecto de visitas dos veces a la semana a esos hogares, sería factible porque emplearía a esos profesionales, pero también sería un servicio a la sociedad con beneficios incalculables.
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